Queridas Hermanas y Personas Asociadas quiero compartir una primera parte de otras que enviaré y el compartir de mis reflexiones de mi viaje a Tijuana.
Salí el 24 de junio, fiesta de San Juan Bautista y fiesta de Quebec, me fui como migrante, es decir con una pequeña mochila y lo necesario para vivir esta experiencia.
El Consejo Regional llega de nuevo a ustedes para compartirles algo del caminar de nuestra región. En primer lugar, queremos agradecer la acogida y fineza de las hermanas de la Comunidad de Amarateca que siempre nos reciben con los brazos abiertos, en esta reunión de un modo especial ya que en una semana se llevaron a cabo varias reuniones con comités.
Estas visitaciones nos ponen en el camino de vivir “las conversaciones o diálogos del corazón”. Es desde ese espíritu que queremos compartir, agradecidas con cada una de ustedes, estos momentos de encuentro y búsquedas, de discernimientos y preguntas. También deseamos agradecer la generosidad de nuestras hermanas que siempre rezan por nosotras. Gracias hermanas por su acogida y por siempre hacer vida “el abrir sus puertas y los corazones” para seguir poniéndonos en camino de visitación profunda y fecunda.
Este encuentro fue una experiencia colectiva vivida desde la fe y la práctica cotidiana de ser mujeres.
Hace cinco años comenzamos a reunirnos una vez al mes con algunas animadoras de las aldeas. También nos reunimos una vez al año, de ochenta a cien mujeres de distintas aldeas, para celebrar y compartir nuestra pastoral de mujeres rurales.